En Brazil la gente habla Portugues y grita en vez de hablar, son ruidosos, extrovertidos y su soberbia, aunque parezca una idiosincrasia sin precedentes, si es mayor a la de los porteños. Nuestros extremadamente alegres vecinos han tenido una mejoría económica que los convertirá inevitablemente en gordos comedores de hamburguesas, se pasearan por el resto del mundo, regodeándose en el, como si les perteneciera y serán secretamente odiados tal hoy sucede con los estadounidenses. Estos sin embargo más desinhibidos y menos pacatos que sus antecesores del norte me resultan más agradables, sin embargo verlos pasearse por las playas en zunga es un pecado que jamás les podre perdonar.
Vuelvo como el tango, se acaban las vacaciones y las ganas de andar sin rumbo. Extraño las librerías de calle Corrientes y escuchar a la gente silbando por las veredas.
miércoles, 15 de septiembre de 2010
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