Es muy triste hacerse el pobrecito, ubicarse en el lugar de víctima para ganar una discución o verse favorecido en un intercambio de opiniones.
Es común a todos nosotros, de todas maneras, hacerlo de vez en cuando, inoportunamente a veces, continuamente otras tantas. Trato de evitarlo no siempre puedo.
Me condeno al patetismo por hacerlo y desprecio a quienes me imiten o me antecedan, ambas dos son y han sido posibles.
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