martes, 20 de marzo de 2012

Natural, como cosa de todos los dias

Casi, casi natural. Como si fuera cosa de todos los dias.
Aprendi, sin querer, algo aunque util, me resulta al mismo tiempo servil y vergonzoso.
Todavia, espantado por el recuerdo y acobardado por la inseguridad. Encaro una tras otras relaciones destinadas al fracaso, viajes, tiempos limitados, espacios, diferencia de edad, religion, politica, tendencia sexual. Cualquier excusa es valida para tener una relacion sin futuro alguno.
Y asi acumulando, experiecias, arriesgando sentientos a cuenta gotas, me acostumbro a decir, chau (usaria "adios" pero es muy cursi), hasta que el destino se le antoje reencontrarnos. Te quiero, y me voy, y arrojo algunas lagrimas, pero asi y todo me alejo.

26 de enero de un año cualquiera

El dia arranco como empezado, cervecita en mano, escuchando una banda en vivo en un hostel de Medellin, hablando de sexo con una inglesa descarada. Promediando la una me encaravane para una milonga en salon malaga, donde como buen argento llegue para bailar los ultimos tanguitos y saludar y despedir a los amigos de la ciudad.
Es mañana me levanto tempranito mochila al hombro dispuesto a abandonar esa hermosa ciudad, no sin antes visitar el peñon de Guatapé.
Guardo la mochila en la terminal, saco pasaje a Bogotá, para las diez de la noche y zarpo hacia mi destino.
Guatapé es una roca gigante y maciza que parece caida del cielo y adorna un hermoso delta lleno de isletas y lagos cristalinos. Subir a esa mole es caro y cansador, los mas de dos mil metros de altura se hacen sentir y sufrir. Pero la vista desde lo alto del peñon hacen que valga la pena.
Ya bajando del peñon algun taxista intenta, sin exito, cobrarme 25000 pesos por un viaje de cinco minutos a Guatapé. Miro mis piernas que ya dejaron de temblar, les hablo alentandolas, acomodo mi mochila y camino por una ruta sin acera camino al oeste. El taxista me grita algo, que no llego a escuchar, advierte algo de la distancia. Sonrio y miro al sol, sin estar seguro de a donde lleva ese camino.
Camine durante casi una hora por un paisaje rodeado de lagos, arboles, y serros verdes y tupidos, el peñon remataba cada imagen como un cacique que observa desde lo alto sus dominios. Llegue a Guatapé y descubri porque aque cartel decia: "pueblo de mozaicos". Cada casa del poblado tiene su frente de hermosos colores y mozaicos de motivos variados. La calma y belleza de ese lugar es tanta, que renovo todo mi espiritu.
Mientras unas señoras intentaban futilemente de predicarme una nueva religion, me hice de un poco de pan, queso, carne, salda y una merecida Pilsen. Volvi sobre mis pasos, aun mas convencido de la negatividad de las religiones, llegue hasta una playita aislada hice rancho, comi, bebi y me lance al agua en un salto, que debo admitir, me dio alo de miedo. Ese lago fue mio y mio solo esa tarde donde el sol azotaba tan fuerte. Dormi una siesta tan linda, que creo que uno que otro pajaro canto en mi beneficio.
Camine un poco mas volvi a los pies del peñon, mientras esperaba mi bus a Medellin, jugue sopa de letras, las siete diferencias y sopa de numeros con la dulce Sandrita, que antes de irme me dio un beso en ma mejilla que me hizo estremecer hasta el fondo de mi ser.
Con varias horas para la salida del bus, vague una vez mas por Medellin, tome una michelada en una barra de un bar que daba a la calle, discuti con una puestera, por el precio de la segunda michelada, que nunca tome y evite unos argentinos que escudriñaban libros y me miraban con ganas de hacer rancho. Me llegue a una zona de bares populosos y confusos, algo asi como si paseo del sol estuviera ubicado en retiro y no en Palermo. Vi que mas alla gente bailaba y ahi me deje caer. Me pedi la tercer Pilsen del dia y mire a los locales envidioso de su movimiento de caderas.
El mozo se acerca a mi y antes de que me hable un costeño simpatico lo interrumpe, se presenta amable y me invita una ronda, que no llego a rechazar, me invita obligadamente a sumarme a su mesa y alli con sus tres amigos comienza una velada de rondas interminables por parte del primero de ellos. Hablan entre ellos y cuchichean, se sorprenden de mi presencia alli y me doy cuenta que me han invitado porque a un "pesado" le molestaba mi presencia alli y mando a hecharme de la mesa. Lo miro despectivo y levanto mi cerveza brindandole, ironico. Los costeños estallan de risa y me palmean festejando "hay argentino que cojones, que loco esta usted" aseguran. Hablamos de trabajo de sus hijos, de viajar, de futbol, de los lugares donde nacimos y el pasado se descubre comun, aunque el destino incierto. Ellos bailan y me aconsejan invitar una chica, bebemos y un poco mas y ya llega mi hora de partirl uno de ellos me acompaña al metrobus y me despido bajo la promesa de agregarlos a facebook.
Llego a la terminal del norte subo al bus, me como otro sandwich y me congelo bajo el impiadoso aire acondicionado de los choferes colombianos. Duermo camino a Bogota, las ultimas 24 horas han sido, agotadoramente unicas.