lunes, 30 de agosto de 2010

Salar de pedernales

En Valparaiso no pase mas de cuatro noches, ya a la tercera harto del ocio y el agua caliente, me compre un libro de Neruda y partí rumbo al Sector C o Region de Atacama.
El salar de pedernales es inaccesible y bastante mas lejos de la costa de lo que el mapa de Chile daria a pensar. Lejos de la belleza e inmensidad de su homonimo en Uyuni, la soledad repentina ha hecho que el lugar cobre un sentido magico del que en realidad carece.
Me tomo un mate y releo uno de los poemas que mas me gustaron, o uno de los pocos porque en realidad no me gustan mucho los poemas. Miro el cielo y me sorprendo solo en medio de un desierto de sal rodeado de montañas y un puñado de personas lejanas y taciturnas. Me arrimo a la puerta de mi carpa y me decido a utilizar la escasa bateria de la notebook para escribir este post.
Tras el tercer amargo, un viento humedo y pesado como el de Buenos Aires arremolina mi pelo y por un instante pienso que no cerre la puerta con llave. Me siento ironizado por las casualidades.
Tan lejos pienso, y todavia no me puedo escapar.
Pienso...

...pienso que soy un boludo.

domingo, 22 de agosto de 2010

La ansiedad, el nerviosismo, la angustia y el miedo contenidos en mí.

El jueves me acosté tarde y el viernes, por desgracia, me levante temprano, desayune unos mates y un cortado que me dejarían espabilado, pero nervioso el resto del día. No habiendo llegado a la mitad de la jornada el dueño de la empresa para la que trabajo me llama a su oficina para tener “una breve reunión”.
Cinco minutos más tarde estoy en el baño del cuarto piso con el rostro mojado mirándome al espejo, desconociendo mi propio rostro, viendo desdibujarse la familiaridad de este, segundo a segundo. Me prometo que no es importante, que no me afecta, que no me molesta la opinión de un multimillonario incoherente. Debo admitirlo, tiemblo, temo, el corazón me palpita; prácticamente lloro. Todas mis ideas sobre lo que quise ser y lo que soy se revuelven inconscientes en mi cabeza. Me siento un boludo igual me inquieto.
Dos horas más tarde (no se, no recuerdo lo sucede durante los últimos 120 minutos) estoy en el correo argentino frente a un amable hombre que me explica cómo llenar el formulario. Llego a mi casa ansioso, agitado como si se me hiciera tarde para algo importante. Saco toda la comida de la heladera, me conecto al home banking y adelanto tres pagos de alquiler a la inmobiliaria, meto, ropa, cámara, charango y demás pertrechos en una desvencijada mochila de 60 litros.
En retiro me aburro porque tengo que esperar 7 horas, con mis manos todavía temblando escribo este post, pero no me atrevo a publicarlo. Me digo que prefiero estar seguro de lo que hago, que no quiero publicar algo que todavía no se si me animo a hacer.
Viernes 20 de agosto, ciudad autónoma de Buenos Aires.
Hoy es, probablemente el domingo más feliz y desconcertante de mi vida. Me siento apenado de que el desencadenante haya sido tan poco romántico, pero igual me reconozco oportunista.
Me comprometo a no visitar capitales, a no quedarme en ningún lugar más de 7 días. Estoy en un pequeño ciber café en una pequeña casa ubicada en un humilde barrio de Valparaíso. Hoy ya se que me animaba. Pienso en un niño que sueña con ser bombero, pienso en el monumento que visitaba de pequeño en mi ciudad natal, hecho en honor a los héroes de las llamas. Pienso, y luego respiro el aire del Pacífico que es nuevo y único para mí.
El próximo será publicado y escrito desde cualquier lugar al norte de estas latitudes.

miércoles, 18 de agosto de 2010

Si mi vida fuera más interesante escribiría mucho mejor

Seguramente que alguna vez les sucedió de entablar una conversación casual con un lutier, con un piloto de avión, con alguien que estuvo en Malvinas o con un medico que realiza trasplantes a corazón abierto y quedaron atrapados de una serie de preguntas que desearon hacerles a fin de satisfacer su curiosidad; o confirmar nuestra mediocridad.

La gente que viaja, la que tiene profesiones interesantes, algunos que viven de rentas y tantos ancianos con mil y un anécdotas, saben cautivarnos y nos deleitan con historias vividas en carne propia. Son personas "interesantes", semidioses de la sociedad humana. Que en vez de alentarnos a mejorar y funcionar como ejemplos a seguir, nos avergüenzan y nos claustrofovizan con sus anécdotas, nos disminuyen con sus logros.

En definitiva lo que quiero decir es que para escribir cada post tengo que exprimir la mediocridad de mi rutina, para terminar sacando una anécdota exagerada e infinitamente sensibilizada, de la pavada intrascendente que me paso en los últimos días. Si los envidio, ellos deberían tener un blog y no yo.

Nota al margen: Si se que la palabra claustrofovizan, no existe y también se que el titulo errores ortográficos no justifica este atrevimiento; pero quedaba bien y ya me siento demasiado poco inspirado como para encima prohibirme al menos un atrevimiento por post

lunes, 16 de agosto de 2010

La felicidad viaja en dos ruedas

Hoy recordé, porque ya lo sabía, que la felicidad viaja en dos ruedas y data del siglo XV y que si se acompaña de una buena dosis de música lleva a un éxtasis que produce que bailes como un idiota en cada semáforo en rojo, que la gente te mire al pasar, por cantar a todo pulmón; tal loco de pueblo chico.

Hoy fue un hermoso lunes con cara de domingo, comí un asado con mama, papa y los hermanos, viaje en auto, visite un amigo, salió el sol y si, ¡Anduve en bicicleta!

sábado, 14 de agosto de 2010

Aislamiento o confinamiento, falta de contacto con otras personas.

Quiero evitar por todos los medios hablar de la ya agotada dicotomía de la soledad en las grandes y populosas ciudades.
Entonces como abarcar el tema que, me aqueja? o me regocija? Puedo comer lo que yo quiero, orinar con la puerta abierta y hacer arcadas hasta escupir mis mocos sin que nadie se espante. No puedo ir al cine, ni aprovechar los 2x1, entretenerme charlando y tomando vino, ni hacer el amor.
Es algo melancólico. Estar cerca del río de la plata y en invierno vuelven todo un poco mas en esa dirección.
Eventualmente llegará la primavera y con ella los escotes que sabrán robarme sonrisas en calle Corrientes.