sábado, 11 de septiembre de 2010

De esta y otra de mis vidas

Ayer llegue al parque nacional Canaiama, lugar de ensueños que desde pequeño dibujaba en incontables láminas, soñaba con descubrir su indescriptible imagen en medio de una densa y peligrosa selva. Esa noche acampe solitario y taciturno no hable con nadie, me acerque a una fogata y dormí a su lado negado a la limitada comodidad de mi tienda. A la mañana siguiente evite tomar la excursión como había planificado y emprendí un camino a travez de lo que resta de la selva en dirección desconocida, utilice un machete que nunca supe como obtuve para abrirme paso. Camine agotado llevando mis fuerzas físicas al límite y preocupado pensé en el Capitán de Berrio y encontré fuerzas en saberlo enfermo y aun así nuestro indiscutible e incansable líder. Avanzamos así durante toda la mañana el agua ya inexistente se hacía mas y mas necesaria, pasado el medio día alcanzamos un claro y nos arrojamos al piso tan exhaustos, que cualquiera hubiera dudado de que nuestros corazones latiesen todavía. El Capitan Fernando de Berrìo y Oruña, el único hombre todavía en pie levanta la vista al cielo, se quita su enorme sombrero y sonríe. El resto de los hombre siguen la dirección de su mirada y se ponen de pie, luchan con el sol que intenta negarles la visión de una belleza jamás contemplada por los hombres del viejo mundo, es un ángel dice de Berrìo con un marcado acento segoviano.

No hay comentarios:

Publicar un comentario